Por motivos comerciales, el "Loco" y los hinchas de Boca pueden festejar el domingo un hecho que no está tan cerca de ocurrir como se dice.
La campaña ya está montada. Todos se preparan a festejar el gran acontecimiento. Especialmente, algunas empresas, que sin dudas harán su agosto gracias a ese gol que, en teoría, permitirá a Martín Palermo igualar a Francisco Varallo como máximo goleador de Boca en torneos oficiales de la era profesional. En ese negocio reside la gran explicación de algo que, lejos de pretender reflejar fielmente una verdad histórica, se trata simplemente de una operación de prensa y marketing que intenta sacar réditos económicos de un modo cuanto menos antojadizo -si no premeditadamente erróneo e injusto- de contar los tantos convertidos por uno y otro goleador. El "error", si es que se trata solamente de eso, consiste básicamente en mezclar sandías con melones, tomando en cuenta tanto aquellos goles que el actual "nueve" boquense convirtió para el club por el campeonato de Primera doméstico como los que hizo por las distintas copas internacionales que disputó. Lo correcto, efectivamente, sería establecer como unidad de medida no cualquier gol "oficial", sino solamente los marcados por el torneo local. Y es que sólo así, sobre la base de una competencia en la que todos los futbolistas de un club pudieron participar con cierta regularidad similar, pueden establecerse comparaciones realmente ecuánimes e imparciales entre los de la época actual y otros del pasado.
Debe tenerse en cuenta que hasta 1960 no existían copas internacionales oficiales como la Libertadores, la Intercontinental o la Sudamericana, por lo que -se lo haga intencionalmente o no- considerar esos certámenes para una estadística que incluya jugadores de todos los tiempos es dar un "hándicap" importante a aquellos que las jugaron.
De esa manera, además, las chances de figurar al tope de los futbolistas dependen no sólo de sus potencialidades, sino de la suerte que hayan tenido de integrar planteles que intervinieron en torneos organizados por la CONMEBOL u otras confederaciones. Es decir, se establece un criterio que desvirtúa totalmente la función comparativa que la estadística debe tener, al no medirse con la misma vara lo hecho por unos y otros.
Ahora bien: si en el caso de Palermo se toman en cuenta no sólo los 149 goles que marcó por el campeonato local, sino además los 30 que obtuvo en la Libertadores y otras copas por el simple hecho de que "también son oficiales", ¿por qué a Varallo no se le consignan, aparte de los 180 que convirtió en el certamen tradicional de Primera, los 14 que conquistó en otros torneos oficiales de su época como la Copa Competencia, la Copa Beccar Varela y la Copa Adrián Escobar, que le permiten sumar un total de 194?
Semanas atrás, una respuesta muy potable hubiera sido "por desconocimiento". Pero hoy, después de las aclaraciones aparecidas en perfil.com y otros medios al respecto, habría que remitirse más a lo dicho al principio de esta nota para entender semejante omisión.
También, por supuesto, están quienes falsean la realidad, diciendo que aquellas copas que jugó Varallo no eran en realidad oficiales porque "no eran importantes". Dos mentiras en una: primero, porque esos torneos sí eran muy importantes y recibían una gran atención por parte de la prensa y el público; segundo, porque, aunque no hubieran sido trascendentes, su oficialidad no puede ser objeto de interpretaciones o de discusión, desde el momento en que se trató de competencias organizados por la AFA o las otras asociaciones que antes de 1934 rigieron el fútbol argentino.
La verdad, en definitiva, es muy simple: Varallo le lleva a Palermo aún 31 goles si se toman en cuenta los que ambos hicieron en el torneo local, y 15 si a ello se le suman los convertidos por uno y otro en copas oficiales. Por más que una línea especial de botines, ediciones extras de revistas y otros productos ya estén en las gateras para conmemorar otra cosa.
De esa manera, además, las chances de figurar al tope de los futbolistas dependen no sólo de sus potencialidades, sino de la suerte que hayan tenido de integrar planteles que intervinieron en torneos organizados por la CONMEBOL u otras confederaciones. Es decir, se establece un criterio que desvirtúa totalmente la función comparativa que la estadística debe tener, al no medirse con la misma vara lo hecho por unos y otros.
Ahora bien: si en el caso de Palermo se toman en cuenta no sólo los 149 goles que marcó por el campeonato local, sino además los 30 que obtuvo en la Libertadores y otras copas por el simple hecho de que "también son oficiales", ¿por qué a Varallo no se le consignan, aparte de los 180 que convirtió en el certamen tradicional de Primera, los 14 que conquistó en otros torneos oficiales de su época como la Copa Competencia, la Copa Beccar Varela y la Copa Adrián Escobar, que le permiten sumar un total de 194?
Semanas atrás, una respuesta muy potable hubiera sido "por desconocimiento". Pero hoy, después de las aclaraciones aparecidas en perfil.com y otros medios al respecto, habría que remitirse más a lo dicho al principio de esta nota para entender semejante omisión.
También, por supuesto, están quienes falsean la realidad, diciendo que aquellas copas que jugó Varallo no eran en realidad oficiales porque "no eran importantes". Dos mentiras en una: primero, porque esos torneos sí eran muy importantes y recibían una gran atención por parte de la prensa y el público; segundo, porque, aunque no hubieran sido trascendentes, su oficialidad no puede ser objeto de interpretaciones o de discusión, desde el momento en que se trató de competencias organizados por la AFA o las otras asociaciones que antes de 1934 rigieron el fútbol argentino.
La verdad, en definitiva, es muy simple: Varallo le lleva a Palermo aún 31 goles si se toman en cuenta los que ambos hicieron en el torneo local, y 15 si a ello se le suman los convertidos por uno y otro en copas oficiales. Por más que una línea especial de botines, ediciones extras de revistas y otros productos ya estén en las gateras para conmemorar otra cosa.
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