El 27 de junio pasado se realizó una misa en la Iglesia Santísima Trinidad, del barrio de Nuñez, para recordar a Fernando Blanco, el chico de 17 años hincha de Defensores de Belgrano que había ido a ver a su equipo en un partido contra Chacarita –en la cancha de Huracán- y fue asesinado en 2005 por la Policía Federal luego de una brutal represión. El olvido –judicial y mediático- sólo se vio apaciguado por la presencia de sus familiares y amigos, que sólo quieren justicia.
La antesala. Uno de los hechos más bochornosos que se haya visto dentro de una cancha en el fútbol argentino no tuvo castigo. Días antes, la hinchada de Chacarita había ingresado al campo de juego en un partido ante la CAI. Le robó y golpeó a los jugadores de ambos equipos e hizo levantar la transmisión en vivo de TyC Sports, por intermedio de amenazas a sus periodistas y técnicos en una cabina del estadio en San Martín. La aplicación del artículo 80 –en estos días utilizado para sancionar a Nueva Chicago y Almirante Brown- hubiera significado el automático descenso de Chacarita. Lástima que eso no sucedió. Aunque quizás lo más triste de ese hecho fue que los mismos periodistas amenazados, escupidos en plenas funciones de su trabajo, y que no fueron agredidos físicamente por barras locales gracias a la intervención de un empleado de prensa del club, hayan pedido y especulado en diversos programas deportivos del mismo canal con que el partido entre Chacarita y la CAI continuase.
Maldita tarde. Con ese marco de corrupción, Chacarita y Defensores de Belgrano llegaban el 25 de junio de 2005 a un injusto partido de desempate: el equipo derrotado perdería la categoría y descendería a la Primera B. El ganador jugaría dos partidos por la Promoción, con el objetivo de quedarse en la B Nacional. Debido a que el encuentro fue calificado de alto riesgo, se jugó en la cancha de Huracán, en Parque Patricios.
Pero antes del partido, en las adyacencias del estadio, los autos de los hinchas de Chacarita estacionaban (con el permiso de agentes que señalizaban y lo permitían) sobre ambos costados de la avenida Colonia –continuación de la avenida Jujuy, que desemboca exactamente en la tribuna visitante, destinada ese día a la gente de Defensores-. Algo no andaba bien.
¿Represión planeada? Más certezas que sospechas. El público del equipo de Núñez escuchó por los parlantes del estadio que debería esperar, una vez finalizado el partido, 25 minutos dentro de la tribuna. Resultó ganador Chacarita, luego de 90 minutos, alargue y penales. ¿Por qué todos estos datos son relevantes? Porque la voz del estadio hizo el anuncio cuando transcurría el segundo tiempo y el encuentro iba 0 a 0. ¿No era más lógico que el público del equipo perdedor abandonase la cancha primero, para asumir el descenso en la calle, en su casa, y no encerrado en una tribuna?
¿La culpa era de las bengalas? Según la explicación oficial, desde la Fiscalía Contravencional N°12 ordenaron retener en el estadio a la hinchada de Defensores para lograr la detención de algunos de sus integrantes, por haber utilizado pirotecnia. Y lo que debían ser 25 minutos de insólito encierro, fueron en realidad 40. ¿Es por eso que había tanta policía –inclusive de la Infantería- en la tribuna visitante, donde sólo había cerca de 3 mil hinchas de Defensores? Porque en la tribuna de Chacarita, donde había más del doble, no se veía a ningún integrante de la Federal. Y eso que el partido todavía estaba empatado.
Con la pérdida de la categoría ya consumada, la barra de Defensores de Belgrano tuvo un enfrentamiento con la policía dentro de la tribuna visitante. Luego la pelea se trasladó al playón, donde la gente sufrió una feroz y pocas veces vista represión por parte de efectivos de las comisarías 28ª, 35ª y 44ª, tan violenta que no dejó al margen mujeres, niños y ancianos. El mecanismo elegido fue bloquear la salida a la calle y ubicar una veintena de uniformados en donde están los molinetes. Del lado de adentro, cerca de 30 que avanzaran en línea, para golpear a todos los hinchas que habían quedado, literalmente, en el medio de una emboscada. Uno de los tantos inocentes detenidos en el tumulto fue Blanco. Ángel, el papá de Fernando, apoya con sus dichos esta idea: “Nunca nadie nos pudo explicar qué hacían policías de la 35ª en Parque Patricios”.
La agonía. “La versión policial dice que Fernando se tiró del celular, esposado, y que eso le provocó el hematoma cerebral. Pero lo que tenía roto era el peñasco, una porción del hueso temporal que está detrás de la oreja. Creo que la policía le pegó ahí con una manopla. No tenía golpes en el cuerpo, y si se hubiese tirado como dicen, del móvil en movimiento, debería haber mostrado moretones. Lo que pasó fue que luego de golpearlo, lo llevaron a la seccional Nº 28, después de varias horas se dieron cuenta de que estaba mal, y un médico policial dice que lo vio en el Hospital Muñiz. Y que Fernando le contestó que tenía 15 años. Ya estaba mal. Pero lo dejaron en la guardia porque aseguraban que en ningún hospital había lugar en terapia intensiva. Clara, mi esposa, recién lo encontró en el Hospital Penna, custodiado por dos uniformados. Se ve que ya presagiaban algo. Mi hijo alcanzó a hablar con ella y le contó: ’Mamá, los policías me cagaron a palos’, y enseguida se puso a llorar. En el Penna, a mi esposa le dijeron que en tres horas lo daban de alta. Hasta que por fin le hicieron una tomografía y ahí aparecieron las consecuencias de los golpes en la cabeza. Recién ahí pudimos llevarlo a la clínica Loiácono del barrio de Belgrano, de mi obra social, Osecac, que siempre se había negado a trasladarlo. En el sanatorio me aseguraron que si a mi hijo lo llevábamos unas pocas horas antes, lo salvaban”. El testimonio de Ángel es tan claro como contundente.
Denuncias a la Federal y críticas a Javier Castrilli. “El chico murió como consecuencia de la paliza que recibió. Pero algunos se preocupan porque la gente esté sentada en las canchas y no se ocupan de la represión policial. A la gente que va al ascenso se la trata como a animales. Esas fueron las palabras del presidente de Defensores, Marcelo Achile, el día del fallecimiento de Fernando Blanco.
El documento. El 29 de junio, dos días después de la muerte de Fernando, el programa Cámara Testigo, de América, registró el último momento de la represión: un pasillo humano formado por uniformados en ambos lados. El famoso “puente chino”. Por ahí, la gente de Defensores debió encontrar la avenida Amancio Alcorta, en medio de más palazos. Chicas que eran arrestadas, jóvenes que preguntaban por qué un familiar era golpeado, un comisario que justificaba la violencia en primer plano y sin esconder su cara. Pero lo más importante fue la imagen de ese chico de 17 años, con pelo largo y campera roja: estaba filmado cómo policías de civil se llevaban, de los pelos, detenido a Fernando.
Palabras, sólo palabras. “Le pido al señor jefe de la Policía Federal (Néstor Valleca) y al ministro del Interior (Aníbal Fernández) el esclarecimiento del tema”. Estos dichos del presidente Néstor Kirchner fueron pronunciados nada menos que en el Departamento Central de la fuerza, el 1º de julio de 2005, fecha en la cual se homenajea a los policías caídos en cumplimiento del deber.
“No estoy descartando que la Federal sea responsable del hecho; estamos investigando y en los próximos días vamos a poder dilucidar cómo sucedió todo”, afirmaba Valleca.
Tristes coincidencias. Fernando –apodado Peto- era un pibe del barrio de Núñez que cursaba sus estudios secundarios en la escuela Raggio. Su familia, su novia y los temas de los Redonditos de Ricota lo hacían feliz. Walter Bulacio también era un joven fanático de las letras del Indio Solari. Tan era así que el 19 de abril de 1991 fue a ver a la banda en el estadio Obras Sanitarias, en Núñez. Él también tenía 17 años. Y también fue detenido en una razzia policial de la comisaría 35ª. Y los dos tuvieron en su muerte otro punto en común: a Walter también lo asesinaron en una golpiza en manos de quienes debían protegerlo. Pero Carlos Espósito, el entonces comisario de la seccional y único imputado por el crimen, sigue libre. Se espera que esa impunidad no sea otra lamentable coincidencia.
La causa, hoy. “El juez (Mariano Scotto, del Juzgado de Instrucción Nº 26) tiene miedo porque recibe fuertes presiones de la policía. Sólo fue separado de la fuerza el cabo primero Marcos Lagorio, quien conducía el móvil donde lo trasladaban a Fer, ya muy golpeado. Hubo un hincha que lo vio todo golpeado en la camioneta, y el juez no lo deja testimoniar. Siguen con la mentira de que se golpeó porque se tiró del camión celular", sostiene Ángel.
Problemas que van más allá del alambre. Ante cada muerte o crimen –no tragedia- en el fútbol, siempre se escucha lo mismo: “Este es un problema social y cultural que tiene que ser tratado por todos los involucrados. Periodistas, jugadores, dirigentes, hinchas y políticos se deben juntar en una gran mesa redonda para debatir y solucionar el asunto, para que nunca más haya violencia en un espectáculo deportivo”. Este discurso ya lo sabemos de memoria. Y nos tiene hartos. Porque ante cada nuevo hecho, se repiten las fallas en la frágil cadena que conduce a la violencia. Y pareciera que se van turnando. Cuando no es una policía que arregla con la hinchada rival y libera la zona, es un dirigente corrupto. O varios periodistas que promueven el “siga, siga”, a pesar de haber sido testigos privilegiados de una masacre. O un comisario que incita a la muerte ante cámara. O un Presidente que promete una justicia superficial y vacía de hechos, con el mero propósito de hacer campaña. No siempre la culpa de todo la tienen los hinchas . . .
A 741 días del crimen de Fernando Blanco, a todos los asesinos, Peto los mira desde el cielo.
3 comentarios:
Hacés muy bien en publicar estos temas. Metele.
un par de cosas que por ahi no sabias. defensores jugo de VISITANTE ese dia, o sea menos razon para mantenernos adentro, defe perdio el sorteo en la afa por eso los alcanzapelotas y todo lo demas lo puso chacarita.
otra, el tema de las bengalas, en el entretiempo se libraron 5 o 6 actas contravencionales a diferentes pibes por el tema de las bengalas asi que eso tampoco es una excusa valida.
no podria especular la "razon" de la venganza que la federal se tomo contra nosotros. la verdad que no le encuentro explicacion mas alla de que por alguna razon nos al tenian jurada, uno nunca sabe, por ahi el comisario era de excursio o a la hija del comisario se la cogio alguno de los pibes, la verdad la va a saber solamente el hijo de puta que dio la orden de hacernos pelota...
no tenia idea de nada de esto, me entere recien por un comentario que hicieron en una cancion que descargué del Ares, y por eso busque informacion, realmente es algo muy tragico me gustaria saber que pasó con esta causa, porque ya estamos al 2010, y no puede ser que los canas de mierda te hagan lo que quieran como si fueran Dios. Son unos miserables que creen tener poder, pero no tienen ni dos dedos de frente.
putos que andan
Publicar un comentario