Un show distinto. Blues Motel se presentó el sábado 28 de abril en el coqueto boliche Rumi del barrio de Belgrano, en lo que fue un recital atípico.
La gente empezó a juntarse en Figueroa Alcorta y Pampa a eso de las doce de la noche y, en poco más de media hora, la fila era de casi una cuadra. Las puertas se abrieron 1:30 y los seguidores de Bluesmo, quienes entraron gratis por iniciativa de la propia banda, se mezclaron con aquellos que ya estaban adentro del boliche cenando con champagne. Se juntaron las zapatillas de lona y los sweters marrones de rombos con las camisas y sacos.
Dame magia dio pie a una noche impecable de principio a fin. Le siguieron Mira como estás y Tren y canción, el notable tema del disco acústico En la casa de piedra, compuesto con una brillante armónica de Gaba Díaz, la voz del grupo. La banda se soltaba a pesar de que el escenario era chico y no daba lugar a los habituales bailes del cantante.
La lista siguió con Voy subiendo, It’s all over now –de los Rolling Stones- y Arde. A esa altura, el público también estaba encendido. Y ya varias miradas de los sillones de uno de los costados se desviaban de los platos para enfocar hacia esos bichos raros del frente.
“Te escucho hablar en mi silencio. Ya no te puedo mirar. Te siento cerca cuando duermo. Cuando despierto ya no estás (. . .) ¿No ves que no es vida? (. . .) Dejame en este camino. Ya no quiero seguir más . . .” La letra de No me puedo quedar fue muy festejada. El contagioso Esperando morder había dejado el clima perfecto para el tema de Mientras las guitarras suenen, segundo disco de este notable Blues Motel, que una vez más dejaba en claro su soberbio presente y la sintonía con sus seguidores, que aplaudían cada acorde, todavía sintiéndose un poco visitantes en ese elegante boliche.
El último tramo estuvo dedicado de lleno a los clásicos de la banda de Tigre, entre los que se mezcló Está bien, de Desde el árbol, último de los 3 trabajos que el grupo puso en la calle el año pasado. Pasaron Brujos, Hojas vacías, Es hora de volverlo a hacer, Ángel. Pero la rareza estuvo cuando, con el final del tema Blues Motel, ícono y uno de los himnos, Gaba Díaz enganchó una voz grave para innovar con L.A. Woman, de Jim Morrison. Gran cover. Gran acierto que entonó con el ambiente.
Se extrañan y se recuerdan con nostalgia shows como los del Condado, en 2005, o el último en el ND Ateneo con el regreso de Andrés Casasco en segunda guitarra. No están muy atrás en el tiempo y se sabe de las complicaciones para darle lo mejor al público en un lugar seguro y con una entrada al alcance de todos.
Pero Blues Motel hace de local en todos lados gracias a su música. Y lo demostró –a pesar de que no hacía falta- en Rumi. En fin, algo de ruido para callar las penas . . .
La gente empezó a juntarse en Figueroa Alcorta y Pampa a eso de las doce de la noche y, en poco más de media hora, la fila era de casi una cuadra. Las puertas se abrieron 1:30 y los seguidores de Bluesmo, quienes entraron gratis por iniciativa de la propia banda, se mezclaron con aquellos que ya estaban adentro del boliche cenando con champagne. Se juntaron las zapatillas de lona y los sweters marrones de rombos con las camisas y sacos.
Dame magia dio pie a una noche impecable de principio a fin. Le siguieron Mira como estás y Tren y canción, el notable tema del disco acústico En la casa de piedra, compuesto con una brillante armónica de Gaba Díaz, la voz del grupo. La banda se soltaba a pesar de que el escenario era chico y no daba lugar a los habituales bailes del cantante.
La lista siguió con Voy subiendo, It’s all over now –de los Rolling Stones- y Arde. A esa altura, el público también estaba encendido. Y ya varias miradas de los sillones de uno de los costados se desviaban de los platos para enfocar hacia esos bichos raros del frente.
“Te escucho hablar en mi silencio. Ya no te puedo mirar. Te siento cerca cuando duermo. Cuando despierto ya no estás (. . .) ¿No ves que no es vida? (. . .) Dejame en este camino. Ya no quiero seguir más . . .” La letra de No me puedo quedar fue muy festejada. El contagioso Esperando morder había dejado el clima perfecto para el tema de Mientras las guitarras suenen, segundo disco de este notable Blues Motel, que una vez más dejaba en claro su soberbio presente y la sintonía con sus seguidores, que aplaudían cada acorde, todavía sintiéndose un poco visitantes en ese elegante boliche.
El último tramo estuvo dedicado de lleno a los clásicos de la banda de Tigre, entre los que se mezcló Está bien, de Desde el árbol, último de los 3 trabajos que el grupo puso en la calle el año pasado. Pasaron Brujos, Hojas vacías, Es hora de volverlo a hacer, Ángel. Pero la rareza estuvo cuando, con el final del tema Blues Motel, ícono y uno de los himnos, Gaba Díaz enganchó una voz grave para innovar con L.A. Woman, de Jim Morrison. Gran cover. Gran acierto que entonó con el ambiente.
Se extrañan y se recuerdan con nostalgia shows como los del Condado, en 2005, o el último en el ND Ateneo con el regreso de Andrés Casasco en segunda guitarra. No están muy atrás en el tiempo y se sabe de las complicaciones para darle lo mejor al público en un lugar seguro y con una entrada al alcance de todos.
Pero Blues Motel hace de local en todos lados gracias a su música. Y lo demostró –a pesar de que no hacía falta- en Rumi. En fin, algo de ruido para callar las penas . . .
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